La navidad se dice que es la celebración del nacimiento del Niño Dios, que es tiempo de amor y de paz, donde hay que olvidar rencores y perdonar. Pero navidad es navidad. Cada uno lo celebra y vive a su manera y hoy en día más que un acontecimiento espiritual, es un hecho comercial.
Para unos Navidad es tiempo de reposo, descanso, vacaciones, en cambio otros deben trabajar más de lo acostumbrado porque algunos de sus compañeros se fueron de vacaciones a «celebrar la navidad». Algunos llenan sus casas de luces y las calles y parques de la ciudad, se ven hermosos con coloridos que anuncian gozo y alegría, mientras otros ni siquiera tienen energía eléctrica.
Muchos preparan una gran cena en la noche de Navidad, es un banquete especial, mientras muchos otros no tienen un pan. En Navidad se ve a muchos niños reír, abriendo sus regalos y gozando de sus juguetes, pero también he visto a muchos niños llorar, porque no tienen un juguete.
Si esto es la Navidad, no quisiera que llegue diciembre, porque muchos se olvidan del Niño Dios; se hace tanta bulla y alboroto por las cosas que hay que comprar y por las que no se pueden comprar; la alegría, la risa, el despilfarro de los que tienen dinero se enfrentan a la rabia, la envidia y el llanto de los que no lo tienen. Me podrán decir que esto no sucede sólo en Navidad, que todos los días se vive en estas contrariedades. Sí, es verdad, porque todos los días nace el Señor. Como le dijo Simeón a María, refiriéndose al Niño: «Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a tí misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones» (Lc 2,34-35).
Me decía un amigo: para mí todos los días es Navidad, pues todos los días nace el Señor; no tengo que esperar que se llegue diciembre para darle un abrazo a mi padre, a mi hermano o a mi amigo y desearle que la paz y el amor de Dios habiten en sus corazones; estoy siempre dispuesto a perdonar a quien me ha ofendido, sin esperar todo un año para abrazarnos y perdonarnos; siempre que puedo hago una obra de caridad y comparto lo que tengo con quien realmente sé que lo necesita.
Algunas veces he compartido con niños y he visto en esas caritas tristes unos labios sonreír y unos ojos con mirada de esperanza, por qué esperar diciembre para mostrarles nuestro afecto, no necesito salir en las páginas sociales de los periódicos, porque Dios sabe como vivo y lo que hago y eso es lo único que me interesa.
Sabes, me encantan los poemas, los mensajes y las tarjetas; es una lástima que solo me lleguen en diciembre, pero yo con mi vida hago el esfuerzo para ser un mensaje viviente de amor, justicia, paz y esperanza cada día. Viviendo así he llegado a la conclusión de que todos los días es navidad, pues cada día mi corazón experimenta el amor y la paz de Dios. Cuando participo en la Eucaristía y recibo a Jesús me pregunto si se sentirá cómodo en este pesebre que es mi corazón. No te olvides, todos los días nace el Señor y navidad es navidad.
Cuando mi amigo se fue, me dije si esto es la navidad, quisiera que se llegue diciembre para darle gracias a Dios celebrando con gozo y alegría el nacimiento de su Hijo, que durante el año me ha ayudado a vivir en el amor y la paz que un día nos trajo.
No olvidemos, que Simeón profetizó a Jesús como signo de contradicción y que su presencia pondría al descubierto las intenciones de muchos corazones; que Jesús ha venido a salvar al pueblo de sus pecados y es el Emmanuel: Dios con nosotros y que los ángeles cantan: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».
Navidad es navidad, año tras año cada uno lo seguirá viviendo a su manera y tú ¿cómo la vivirás? La puedes vivir un solo día al año o todos los días del año. La decisión es tuya.
Por: aci digital | Fuente: acipresa.com