El aspecto positivo y decisivo de la figura del padre ha sido siempre un tema elegido por el Papa Francisco para la catequesis de las audiencias generales de los miércoles.
«Cada familia -dijo- necesita un padre… y me gustaría hablar de su papel partiendo de algunas frases que se encuentran en el Libro de los Proverbios, palabras que un padre dirige a su hijo: «Hijo mío, si tu corazón es sabio, también el mío se llenará de alegría. Exultaré dentro de mí, cuando tus labios hablen con rectitud».
«No se podrían expresar mejor el orgullo y la emoción de un padre que reconoce haber transmitido a su hijo lo que realmente importa en la vida: un corazón sabio», afirmó el Papa, explicando que en la frase del Libro de los Proverbios es como si el padre dijese: «Esto es lo que quería dejarte para que se convirtiera en algo tuyo: la capacidad de sentir y actuar, de hablar y juzgar con sabiduría y rectitud.
¿Y para que tú pudieras ser así te he enseñado cosas que no sabías y he corregido los errores que no veías? Yo, en primer lugar, tuve que poner a prueba la sabiduría del corazón, y vigilar los excesos del sentimiento y el resentimiento, para soportar el peso de los malentendidos inevitables y encontrar las palabras adecuadas para hacerme entender».
«Un padre -exclamó Francisco- sabe cuánto cuesta transmitir este legado: cuanta proximidad, cuanta dulzura y cuanta firmeza. Pero, ¡qué consuelo y que recompensa recibe, cuando los hijos rinden honor a esta herencia! Es una alegría que compensa todas las fatigas, supera cualquier malentendido y cura todas las heridas». Para ser un buen padre, lo primero es »estar presente en la familia. Estar cerca de la esposa, para compartir todo, alegrías y tristezas, esperanzas y esfuerzos. Y estar cerca de los hijos mientras crecen: cuando juegan y cuando se esfuerzan, cuando están alegres y cuando están angustiados, cuando se expresan y cuando callan, cuando se atreven, y cuando tienen miedo, cuando dan un paso en falso y cuando encuentran su camino. «Padre presente siempre -reiteró el Pontífice- Pero decir presente no es lo mismo que decir controlador. Porque los padres controladores anulan a sus hijos, no les dejan crecer».
El Evangelio nos habla del ejemplo del Padre que está en el cielo – el único, dice Jesús, que puede ser llamado verdaderamente »Padre bueno. «Todos -recordó Francisco- conocen la extraordinaria parábola del «hijo pródigo», o más bien del «padre misericordioso», que se encuentra en el Evangelio de Lucas ¡Cuánta dignidad y cuánta ternura hay en la espera del padre que está en la puerta esperando el regreso de su hijo»! Los padres deben ser pacientes. Tantas veces no se puede hacer nada más que esperar; rezar y esperar con paciencia, dulzura, magnanimidad, misericordia». Un buen padre «sabe esperar, y sabe perdonar, desde el fondo de su corazón; ciertamente también sabe corregir con firmeza…
El padre que sabe cómo corregir sin humillar es el mismo que sabe proteger sin ahorrar esfuerzos». Si hay alguien que pueda explicar hasta el fondo la oración del Padre Nuestro, que nos enseñó Jesús, «es solo el que vive en primera persona la paternidad. Sin la gracia que viene del Padre que está en los cielos, los padres pierden valor, y dejan el campo. Pero los hijos necesitan encontrar un padre que los espera cuando regresan de sus fracasos. Harán de todo para no admitirlo, para no demostrarlo, pero lo necesitan; y no encontrarlo, abre en ellos heridas difíciles de sanar».
«La Iglesia, nuestra madre -concluyó el Papa- se compromete a apoyar con todas sus fuerzas la presencia buena y generosa de los padres en las familias, porque son para las nuevas generaciones custodios y mediadores insustituibles de la fe, en la bondad, de la fe en la justicia y en la protección de Dios, como San José».