“El amor crece a través del amor”, nos recuerda Benedicto XVI. “El amor es «divino» porque proviene de Dios y a Dios nos une y, mediante este proceso unificador, nos transforma en un Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa, hasta que al final Dios sea «todo para todos» (cf. 1Co 15,28)” (“Deus caritas est” n. 18).
También hoy el amor quiere penetrar en mi corazón, cambiarme desde dentro. Si me dejo amar, si me dejo encontrar, si me dejo perdonar, me uniré más a Dios. Desde Él miraré con amor a cada uno de mis hermanos, descubriré en ellos la presencia del mismo Amor que me ha salvado. Los amaré en Dios, y a Dios en ellos, pues “amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento” (“Deus caritas est” n. 18).
El amor genera amor. Hoy me dejaré amar y buscaré amar. Tengo ahora este día, estos momentos. Dios me espera y me susurra: “Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti” (Jr 31,3).