Close

Not a member yet? Register now and get started.

lock and key

Sign in to your account.

Account Login

Forgot your password?

El verdadero perdón se logra a través del amor

02 Abr Posted by in Uncategorized | Comentarios desactivados en El verdadero perdón se logra a través del amor
El verdadero perdón se logra a través del amor
 

Perdonar no es olvidar, ni justificar una acción en tu contra, pero sí es dejar ir tu apego a ese dolor, a querer tener la razón, a exigir justicia y a identificarte constantemente con esa historia.

Cuando el que nos ofende es un ser muy querido, causa en nosotros un gran dolor unido a la desilusión natural por la pérdida de la confianza en el ser amado. Se puede perdonar, incluso se desea perdonar, pero ¿cómo restaurar la confianza? Se ha perdido la ilusión y va a ser muy difícil que renazca.

El que ofende y pide perdón debe comprender que pasará mucho tiempo para que se vuelva a la confianza original y que a él le toca hacer méritos para que “se le olvide” la ofensa al ser amado.

Por ejemplo: Si enseñamos a los hijos a pedir perdón, también enseñémosles a perdonar.

El perdón está muy relacionado con la justicia. El hijo poco aplicado puede pedir perdón por no haber aprovechado la escuela. Los papás ciertamente lo perdonan, pero, en justicia, deben corregir al hijo e incluso aplicarle un castigo correctivo que lo enseñe a ser responsable de sus obligaciones. Se perdona la culpa, pero se le pide al hijo que no salga de la casa, que no vaya con los amigos, que no vea televisión, o que no entre al internet, para que recupere el tiempo perdido en sus estudios. No es una venganza, es un castigo justo que el hijo deberá cumplir incluso con alegría porque sus padres lo perdonaron. ¡Cuidado! Si el castigo denigra, entonces es venganza.

Cuando hablamos de perdón, hablamos de dejar ir el dolor. Debemos perdonarnos a nosotros mismos, ese perdón es esencial y nos permite liberarnos de la culpa, las expectativas y la necesidad de ser perfectos. Nos ayuda a querernos y amarnos más, y por lo tanto a abrir nuestros corazones.

Igualmente, el perdón hacia los demás nos libra de ataduras. Es el resentimiento lo que nos mantiene apegados a aquellas situaciones o personas que no queremos perdonar. Estar resentidos nos lleva también algunas veces a cultivar pensamientos bajos de venganza, y a vivir en constante agonía y desconfianza hacia el mundo, por miedo a que nos vuelvan a herir.

Todos necesitamos el perdón de Dios. Todos hemos cometido pecado. Afortunadamente, Dios es tierno y compasivo y está ansioso de perdonar nuestros pecados.

La belleza del perdón está en el sacramento de la reconciliación y en quien se confiesa y quiere decirle a Dios: te amo, por eso, no tengas en cuanta mis pecados sino la fe y el amor de mi corazón.

Llama la atención cómo Jesucristo no exige en primer lugar a Pedro que le pida perdón sino que le ame: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que estos?» (Jn 21, 15) «Es sobre la base de este amor consciente de la propia fragilidad» que nacerá nuevamente la confianza y la entrega a la persona amada.

Pedro, porque ama al Señor, aunque se sienta indigno, no sólo confía en Él, sino que «se siente en la necesidad de testimoniar y de irradiar su amor». De igual modo, el cristiano que se sabe indigno pero ama, es impulsado por el amor a entregarse con más ahínco a la persona que ama para demostrarle que aquel error o fallo no expresa realmente lo que su corazón siente por Él. Así con su humilde respuesta, al igual que Pedro, debemos abrir nuestro corazón: << Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo. Porque cuando se ama, perdonar es el principio de todo.