Los padres de Lucas, el niño brasileño sanado milagrosamente por intercesión de Jacinta y Francisco, los dos pastorcitos de Fátima que fueron canonizados por el Papa Francisco el sábado 13 de mayo 2017, no pudieron evitar las lágrimas al recordar cómo Dios salvó a su hijo de la muerte.
“El 3 de marzo de 2013, antes de las 20:00 horas, nuestro hijo Lucas, que estaba jugando con su hermanita Eduarda, se cayó de una ventana desde una altura de 6,50 metros. Tenía 5 años de edad”, relató João Batista, padre del niño, quien junto a su esposa Lucila Yurie contaron, en conferencia de prensa en el Santuario de Fátima, lo acontecido en su familia.
Aquel día “se golpeó la cabeza en el suelo y se hizo una herida muy grave que le produjo una pérdida del tejido cerebral”, por lo que comenzó a debatirse entre la vida y la muerte.
El padre de Lucas explicó que “fue asistido en nuestra ciudad, Juranda, y dada la gravedad de su estado, fue trasladado al hospital de Campo Mourao, Paraná” durante un trayecto que “duró casi una hora”.
“Cuando llegamos, Lucas se encontraba en estado de coma muy grave. Tuvo dos paros cardíacos y fue operado de urgencia”. Ante esta situación, “los médicos indicaron que tenía pocas posibilidades de sobrevivir”, añadió emocionado João Batista.
Fue en ese momento cuando “empezamos a orar a Jesús y a Nuestra Señora de Fátima, a la cual tenemos gran devoción”.
“Al día siguiente llamamos al convento del Carmelo de Campo Mourao para pedir a las hermanas que oraran por el niño. La hermana que respondió la llamada no pasó el recado a la comunidad” puesto que “estaban en la hora de silencio y pensó: ‘El niño va a morir. Voy a orar por la familia’”.
“Los días pasaban y Lucas empeoraba. El 6 de marzo los médicos pensaron en trasladarlo a otro hospital, ya que donde estaba no tenía los cuidados necesarios para su edad”.
“Nos dijeron que las posibilidades de que el niño sobreviviera eran bajas y que si lo hacía tendría una recuperación muy lenta” y también tendría que hacer frente “a discapacidades cognitivas graves o que incluso podría quedar en estado vegetal”.
João Batista relató que el séptimo día “volvimos a llamar al convento”. “Ese día la hermana transmitió el mensaje a la comunidad. Una de ellas corrió hacia las reliquias del Beato Francisco y Jacinta, que estaban delante del tabernáculo, y sintió el impulso de rezar la siguiente oración: ‘Pastores, salvad a este niño, que es un niño como vosotros’”, y “se las arregló para convencer a toda la comunidad de orar para que los pastores intercediesen por él”.
“Así lo hicieron”, continuó el padre del niño curado milagrosamente. “De la misma manera, todos nosotros, la familia, comenzamos a rezar a los Pastorcitos, y dos días después, el 9 de marzo, Lucas despertó y comenzó a hablar, preguntando incluso por su hermana pequeña”.
“El día 11 desde que tuviera el accidente salió de la UCI y fue dado de alta del hospital en 15 días”, aseguró el padre.
Desde entonces, “está completamente bien y no tiene ningún síntoma o secuela”. “Lo que Lucas era antes del accidente lo es también ahora: tiene la misma inteligencia, el mismo carácter, es todo lo mismo”, afirmó.
“Los médicos, entre ellos algunos no creyentes, dijeron que su recuperación no tenía ninguna explicación”.
Tanto él como la madre del pequeño Lucas se sienten agradecidos a los doctores que lo atendieron, y también al postulador de la causa de canonización de los pastorcitos, “por toda la atención prestada a lo largo de este proceso”.
Pero sobre todo se sienten agradecidos a Dios y así lo manifiestan: “Agradecemos a Dios por la curación de Lucas y sabemos con toda la fe que tenemos en nuestros corazones, que este milagro se obtuvo por la intercesión de los pastores Francisco y Jacinta”.
“Sentimos una gran alegría, porque este es el milagro que lleva a su canonización, pero sobre todo sentimos la bendición de la amistad de estos dos niños que ayudaron al nuestro y que ahora ayudan a nuestra familia”, terminó con una sonrisa y acompañado de su esposa, João Batista.
by Aciprensa