Explicaremos brevemente dos periodos que normalmente
confundimos, están íntimamente ligados, pero cabe destacar la diferencia, el
primero de ellos es Adviento, periodo para la preparación a la venida de Jesús,
y el segundo de ellos la Navidad, como periodo para profundizar, contemplar y
asimilar el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.
El Adviento marca el comienzo del Año Litúrgico y es el
período de preparación para celebrar la Navidad, comienza el domingo más
cercano al 30 de noviembre. En este año 2019, comenzará el domingo 1 de diciembre
finalizando el domingo 22. Es decir, son
los cuatro domingos anteriores a la Navidad y junto a la Navidad y la Epifanía forman un bloque.
El término “Adviento” viene del latín “adventus”, que
significa venida, llegada siendo el morado el color usado por la Iglesia para
este periodo. Su sentido es avivar en los creyentes la espera del Señor.
La primera lectura de este tiempo están tomadas sobre todo
del profeta Isaías junto a los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento
señalando la llegada del Mesías. Los modelos de creyentes que la Iglesia ofrece
a los fieles para preparar la venida de Jesús son Isaías (como modelo de espera
de la salvación), Juan Bautista (como figura de preparación) y la Virgen María
(como modelo de creyente y Madre Inmaculada de Dios hecho hombre, salvador del
género humano).
En estas cuatro semanas cada domingo nos vamos preparando
para la venida del Señor. La primera está centrada en la venida del Señor al
final de los tiempos, la liturgia nos invita a estar en vela, manteniendo una
especial actitud de conversión. La segunda a través de Juan el Bautista nos
anima a mantener una actitud de permanente conversión. La tercera preanuncia ya
la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del
Señor y finalmente, la cuarta semana, nos habla del advenimiento del Hijo de
Dios al mundo siendo María la figura central, y su espera nuestro modelo de
espera, en estos días que van del 16 al 24 de diciembre nos preparan
específicamente para las fiestas de la Navidad viviéndolos con más alegría, por
la cercanía del cumplimiento de lo que Dios había prometido.
Durante este periodo encontramos en el altar la “Corona de
adviento”, de forma circular, el círculo no tiene principio ni fin, al igual
que el amor eterno de Dios. Está decorado con ramas verdes, color de la
esperanza y la vida, esperanza en la gracia, el perdón de los pecados y la vida
eterna y de la presencia de Cristo con nosotros. En esta corona encontramos
cuatro cirios o velas de colores (morado que representa el espíritu de la
vigilia, verde, la esperanza, rojo la alegría de la cercanía del Salvador y
blanco, la presencia luminosa de Jesús) que se irán prendiendo domingo a
domingo. Cristo es “luz del mundo” (Jn 8, 12).
Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una
esperanza de salvación que iluminó el universo como las velas la corona. Las
flores o frutos rojos que adornan la corona representan los frutos del Edén con
Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa
del Salvador Universal.
Durante el Tiempo de Navidad celebramos la redención del
hombre gracias a la presencia y entrega de Dios; recordamos que Dios se hizo
hombre y habitó entre nosotros. Cristo como luz del mundo acaba con las
tinieblas del pecado para mostrarnos el camino a seguir. Con su luz nos muestra
la verdad de nuestra existencia. Cristo mismo es la vida que renueva la
naturaleza caída del hombre. La Navidad celebra esa presencia renovadora de
Cristo que viene a salvar al mundo.
Durante la Navidad celebramos en tres días consecutivos, 26,
27 y 28 de diciembre, tres fiestas que nos hacen presente la entrega total al
Señor: San Esteban, mártir que representa a aquellos que murieron por Cristo
voluntariamente. San Juan Evangelista, que representa aquellos que estuvieron
dispuestos a morir por Cristo pero no los mataron. San Juan fue el único
Apóstol que se arriesgó a estar con la Virgen al pie de la cruz y los Santos
Inocentes que representan a aquellos que murieron por Cristo sin saberlo.
Además hay otra serie de celebraciones, Sagrada Familia
(domingo siguiente a Navidad); Santa María, Madre de Dios (1 de enero);
Adoración de los Magos (Epifanía, 6 de enero); Y el Bautismo de Nuestro Señor
(domingo siguiente a Epifanía), con que termina el tiempo litúrgico de la
Navidad.
PD: Respetemos los tiempos litúrgicos y vivamos cada momento
con su peculiaridad.
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