Si lees, si escuchas, si ves, te darás cuenta de que la palabra “integridad” no está de moda ni es del gusto de muchos.

Bill Hybels dice: “La gente que nunca pronuncia esta palabra ve a su derredor una degradación de nuestra sociedad, la promiscuidad por todas partes, el aborto legalizado, el progreso rápido del Sida y se lamenta de lo que nuestra humanidad ha perdido algo importante.

Descubren hombres políticos acusados de corrupción, hombres de negocios que engañan sin que su conciencia les remuerda o al menos no lo aparenten, accionistas que acumulan fortunas mediante contratos dudosos y se puede seguir la lista …hasta ver que la palabra “integridad” ha desaparecido.

Leen en los periódicos historias de mujeres abatidas, niños martirizados y de quienes han abusado, hombres en paro y desesperados y se preguntan por qué nadie se siente afectado”.

La integridad es muy distinta de la reputación. Tu reputación depende de lo que los otros vean en ti. Tu integridad depende lo que tú eres en el fondo de ti mismo cuando nadie te observe.

Escucha: “La integridad dirige a los hombres rectos” (Proverbios 11,3). ¿Qué implica eso?

Reconstruir una integridad perdida empieza por reconocer tus faltas: “Mis pensamientos son frecuentemente malos para que se mencionen, o he causado daño a esta persona…Tengo que repararlo al momento, o he mentido haciendo mi declaración de impuestos y debo restituir lo que he robado” ( Se estima que el 50% de los cristianos engañan en su declaración de impuestos).

Cuando Zaqueo encontró a Jesús, le dijo:” Si he robado a alguien le devolveré cuatro veces más” (Lucas 19,8).

La integridad va más allá de lamentos. Evita minimizar las consecuencias de los errores pasados y nunca busca disminuir la importancia de la reparación.

Exige un arrepentimiento sincero por nuestra parte, y no sólo arrepentimiento sino que se debe devolver todo lo que no es tuyo.

Sólo así puedes caminar por la senda de la integridad, de tu honestidad y responsabilidad frente a ti mismo y de cada a tu futuro.

Job Dice: “¿No conoce Dios mis caminos? Si he andado en la mentira, si mis pies ha corrido hacia el fraude, que Dios me pese en la balanza justa y reconocerá mi integridad”.

by: P. Felipe Santos, SDB